El principio de la responsabilidad de proteger y su buena relación con Francia pueden salvar al Líbano de la crisis.
A partir de su independencia de Francia, en 1943, el Líbano contaba con un auge económico y una paz relativamente estable. Con el comienzo de la Guerra Fría, el Líbano, al ser un territorio de extrema importancia en el marco de esta, sufrió un proceso de desestabilización, lo que causó la Guerra Civil Libanesa. El panorama no ha cambiado mucho desde el fin de la guerra civil, ya que la violencia sectaria - liderada por Hezbollah y Amal - y la corrupción, son pan de cada día. La posición estratégica en el Mediterráneo oriental y su histórica política exterior cuasi-neutral, le han permitido al Líbano tener buena relación con sus Estados vecinos, - excepto con Israel - así como con Francia, que juega una función importante en su situación política actual. Luego de la explosión del puerto de Beirut, el 4 de agosto, Francia se ha empeñado en cumplir con un papel paternalista, con el fin de proteger los derechos de los civiles libaneses desamparados por su gobierno. Emmanuel Macron, presidente de Francia, probablemente inspirado en la responsabilidad de proteger, ha puesto un ultimátum a los políticos libaneses para reformar el sistema. El llamamiento francés exige la erradicación del sectarismo en el país, con la creación de un Gabinete de expertos que tomen acción contra la crisis financiera y la violencia religiosa. Asimismo, Macron se ha pronunciado sobre el riesgo que implica la primacía de la religión y de los intereses políticos, especialmente aquellos de Hezbollah, que amenazan aún más la poca estabilidad que queda. Hezbollah por su parte, implícitamente, reconoce que tendría los días contados en el panorama libanés en caso tal que Francia agote las instancias de la no-intervención militar, por esto desde septiembre ha estado abierto a diálogos y negociaciones. A pesar de esto, es poco probable que Macron inicie una nueva guerra en esta zona, que es de su total interés (Francia es líder del “soft power” y Macron lo combina bien con el “hard power”); la guerra solamente dejaría mal parados a los franceses. Por otra parte, pareciera que Macron estuviera realizando un acto de caridad al organizar el concierto ”United for Lebanon” o al visitar Beirut. No obstante, allí se evidencia el “poder inteligente” que lentamente funciona. Macron no quiso caer en el juego dilatorio del presidente Aoun, aliado de Hezbollah, para elegir al Primer Ministro, por eso decidió retrasar el concierto hasta que no hubiera alguien en el cargo. Porque, como bien lo saben los realistas, es ilógico que Francia esté involucrándose gratuitamente en Líbano. Francia se interesa en tener un aliado estable en la región, para así poder extender lazos comerciales que impliquen la importación de gas y petróleo libanés, lo cual está en riesgo con la coyuntura presente. Hoy en día vemos que la situación sigue igual, o incluso peor, que la de meses anteriores. Por lo menos la situación del Covid pudo estabilizarse - hasta cierto punto - debido a los confinamientos y al gestionamiento “rápido” de las vacunas. Sin embargo, la situación económica no mejora para la gran mayoría del país que se encuentra sumido en la pobreza y escasez, por lo que necesitan mayor visibilidad y apoyo internacional, que no puede basarse en la ayuda de ciudadanos (como los Crowdfundings del youtuber Indigo Traveller) o de ONG, sino que debe ser materia de preocupación de la Comunidad Internacional y Francia debe seguir liderando iniciativas de ayudas, así como reforzar la presión para que la voluntad del pueblo libanés - demostrada en la Thawra1 - se haga realidad. Esto sería idílico considerando la dificultad para construir diálogo político, pero no es imposible. No obstante, en términos generales, a los libaneses no les concierne si Francia quiere involucrarse en la política interna siempre y cuando se evite el colapso. Aun así, el sectarismo y fanatismo político siguen dividiendo a una parte de la población y, por lo tanto, no es posible lograr consensos o mejoras en su política interna, y por consiguiente, en sus relaciones con otros Estados - especialmente Israel, con el cual había estado en negociaciones sobre los límites marítimos - pero Francia no puede desistir del uso de su poder blando y/o poder duro para evitar una guerra civil latente si quiere proteger sus intereses en la región. Al fin y al cabo, poco se soluciona y el país del cedro sigue desgastándose.
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