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Dijo el libro: no me mates, humano.

Foto del escritor: Vox NostraVox Nostra

Actualizado: 21 abr 2021

La revolución tecnológica ha beneficiado a muchos campos de estudio, de investigación e industriales. Pero el mundo editorial cambió drásticamente y ha hecho que la maravilla que llamamos libro entre en crisis.

Me entristecí al ver lo que mostró Daniel Benchimol en su charla “Tendencias en el mundo Editorial”. Una realidad que cada vez toma más fuerza y que duele, y es ver que los libros físicos y las bibliotecas están siendo reemplazados por, valga la redundancia, libros y bibliotecas digitales. Sin embargo, el mismo Daniel Benchimol dice que, independientemente de que esta revolución se siga desarrollando, los libros físicos no van a desaparecer, ¿por qué?


Los libros pasan por un proceso de producción espectacular y el resultado final es una obra maestra que, a veces, ni nuestras manos son dignas de sujetar. Algunos parecemos Winnie Pooh cuando tiene su jarra de miel entre los brazos. Una de las anécdotas contadas por Benchimol finaliza con la reflexión de que la digitalización de los libros, además de reducir costos de producción, abre la posibilidad de que cualquier persona sea capaz de diseñar su propio proceso de publicación y que la interacción con los lectores sea una experiencia que nunca pudiesen imaginar. Además, es cuestión de segundos para que las personas tengan acceso a un libro, sin la necesidad de ir a la librería o de esperar a que le llegue a la casa.


El futuro lo tenemos ahí. A la vuelta de esquina.



Después de esto, me quedo pensando en: ¿qué va a pasar con el libro? Se me ocurren diferentes cosas; por ejemplo: el libro me describe, me hace sentir, me hace pensar y, más importante aún, me hace imaginar. Las nuevas tecnologías me brindan mil y una herramientas para entender el texto, describiendo cada detalle de la obra, y considero que eso me limita, limita mi imaginación. Hace que mi lectura dependa de la información que me brinda el editor y me dice lo que yo antes disfrutaba imaginar, sin saber si era así o no.


Esto es lo que hace un libro único y personal. Muchas veces uno encuentra un párrafo (o el mismo libro entero) que sorprendentemente pareciera que fue hecho para uno, como si el autor hubiese pensado en mí a la hora de escribir eso. Lo que hago es subrayarlo, y me da profunda tristeza que un Kíndel me diga que ese párrafo, que pensé que era para mí, diga: “ese párrafo es importante para 300 personas más”. Ahí se me pinta la cara de payaso. Se pierde. Se pierde la magia de la imaginación y la exclusividad que me regalaba un libro de papel y tinta. Deja de ser propio y amado al pensar que ya no es mío y que 300 personas más se enamoraron del párrafo que era para mí.


La tecnología nos puede brindar muchas ventajas, nos puede dar la comida servida en el plato. Pero los mundos que nos hace imaginar la lectura son la esencia de un libro y por ello creo que Benchimol dice que los libros no van a desaparecer. Todavía hay gente que le gustan estas experiencias. La experiencia de sentir el olor a libro nuevo. La experiencia de escribir sobre él. La experiencia de ir a la librería directamente a buscarlo. La experiencia quitarle el plástico como un niño abriendo un regalo en navidad. La experiencia tener una repisa con pocos o muchos libros, pero que resguarde nuestros sentimientos e imaginación. Eso es lo que no nos da lo digital.


Por: Mario Campo



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