Por: Sísifo Opinión
Hace algunos días, leyendo un libro del año 2008 sobre campañas y asesorías políticas, Alpha Dogs, encontré un lema que me dejó pasmado y me llamó la atención. ‘Unpopular, but effective’, decía. Sí, si se traduce resulta el famoso ‘impopulares, pero eficientes’ que el nefasto Enrique Peñalosa intentó vendernos como propio a todos los bogotanos. Lo curioso, además, es que el libro se trata de Sawyer & Miller, una de las primeras firmas de campañas políticas en Estados Unidos que logró poner en la Alcaldía de Boston a un tipo desentendido de los problemas de la ciudad, poco empático, más bien antipático y aislado, pero con buenas dotes de administración pública. Esto es, un Peñalosa gringo. Y, ¿cómo logró ganar? Nos preguntamos. Precisamente con la verdad. Reconociendo su esencia, compensando su impopularidad con su eficiencia. Este panorama que aquí les dibujo, no tiene ninguna diferencia con el caso de Peñalosa. O bueno, sí. Lo de ser buen administrador público era cierto en el caso del Alcalde de Boston, en el de Peñalosa es discutible, aunque no es relevante para esta columna.
Lo cierto es que las posibilidades de que Peñalosa y su equipo no conocieran este caso que acá expongo, son pocas. Sería una coincidencia muy grande y muy poco probable como para ser cierto. Y lo único que esto hace es agravar y acrecentar el problema, pues significa que Peñalosa no solo pensó que se saldría con la suya y nunca nadie leería el libro (como si su asesora de comunicaciones fuera la única capaz), sino que también nos mintió en la cara a todos los bogotanos, saliendo a responder en medios a la avalancha de elogios que tuvo su campaña. El 25 de septiembre de 2019, en entrevista con Néstor Morales, director de Mañanas Blu, el entonces alcalde le dijo a la audiencia que el slogan se lo ‘inventó’ la directora de comunicaciones de su equipo. ¡Hágame el favor!
Se estarán preguntando algunos de los lectores qué me parece tan especial o relevante de esta mentirilla de Peñalosa, consecuencia de un desprecio intelectual hacia el pueblo, como creyéndonos brutos que no son capaces de hacer caer su falacia por completo. Y tienen razón en hacerse esta pregunta. Es un simple lema, poco afecta en la vida práctica, pero las consecuencias van más allá de eso. O la consecuencia más fuerte, para no extendernos con pormenores: la falta a la verdad ocasiona de manera inmediata una pérdida de confianza. De hecho, fue por ello mismo que llevaron a juicio político al Presidente norteamericano Bill Clinton. Lo importante no era que se hubiera acostado con una practicante, o que un vestido de la practicante tuviera una mancha de semen presidencial. Lo importante fue que el Presidente, ese que debe, sobre todo, representar al pueblo, le mintió a sus propios electores. Y eso hizo el alcalde Peñalosa -o exalcalde, afortunadamente ya no lo es más-: mentir.
Y, si nos miente con una nimiedad como esta, con un tema de tamaña insignificancia, ¿con qué más nos habrá mentido? No hay que ser un genio para entender el patrón: con todo. Nos creen brutos. La verdad es que al lema le faltó una palabra. Impopulares, definitivamente. Eficientes, muy discutible. Y mentirosos. Eso también, y ante todo.
Por: Sísifo Opinión
Ig: @sisifoopinion
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