Por Sebastián Márquez
“Patria es humanidad”, así se expresa el famoso poeta Mario Benedetti respecto a lo que es el pueblo. A pesar de que Benedetti era uruguayo, me gustaría cuestionar la situación actual con base en esta frase. Frente a lo que está pasando con el paro, definitivamente me convencí de que en Colombia la patria no es humanidad. No es humanidad porque la patria no está conformada por todo el país, sino por unos cuantos que se aprovechan de la situación de las demás personas y son cínicos ante las circunstancias trágicas y dolientes de la gran mayoría. No es humanidad porque la patria, y me refiero a la verdadera patria (es decir, todo el pueblo colombiano) ha sido “ingobernada” y estructuralmente violentada por sus gobernantes. No es humanidad porque la patria no está –ni puede estar– informada de lo que está pasando. Y, nuevamente, la patria no es humanidad porque a muchos les importan más unas cuantas paredes que una vida humana.
Considero que en las palabras de Benedetti podemos encontrar gran sabiduría, porque al fin y al cabo, eso es la patria. Independientemente de si somos policías o civiles, si somos gobernantes o campesinos, si somos indígenas o afrocolombianos, todo se reduce a un grupo de humanos que son patria. Desafortunadamente, hemos visto que este sentimiento está completamente destruido.
Es suficiente escuchar comentarios como “lastimosamente, si se tiene que derramar sangre, que se derrame”, como si tomando las vidas del otro bando y deshumanizándolas se solucionara el problema. Considero que este tipo de pensamiento rebaja lo que verdaderamente se quiere cambiar en Colombia y replica el pensamiento de las personas que ahora están oprimiendo a la patria, puesto que volvemos al mismo pensamiento maquiavelista: “el fin justifica los medios”. A pesar de que las personas que tienen ese tipo de pensamiento lo consideran noble, lo encuentro llanamente perverso ya que no hay vidas más valiosas que otras.
Ahora bien, esta deshumanización de la patria también se presenta cuando vemos la “ingobernabilidad” del Estado en el Chocó, la pobreza desmedida en la que se vive, la falta de representación indígena en Colombia o, incluso, el mismo regionalismo con el que nos tratamos entre colombianos. Basta con mirar los índices de pobreza, la manera en como queremos imponer y no debatir ideas, la deshumanización al mismo pueblo colombiano y la opresión a la democracia, para darnos cuenta de que la patria colombiana, tristemente, ya no es humana.
Me parece que aquellas personas que no saben por qué se está protestando, aquellas que estigmatizan, de manera general, a los manifestantes y a la policía y, sobre todo, aquellas que no reconocen la realidad de la mayoría del pueblo (es decir, la verdadera patria) viven en una Colombia, como diría nuestro presidente, con una gran “P” mayúscula. Una “Polombia” que simple y llanamente no existe.
Finalmente, espero que con esta reflexión se humanicen los lados, que se entienda que aquí no hay izquierda o derecha, manifestantes o policías, tan solo hay humanidad. Si fuéramos conscientes de ello, acabaríamos con los discursos indolentes y violentos que tanto agobian a nuestro país y lograríamos la verdadera unión de la patria colombiana: la del pueblo.
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